El presidente Dmitri Medvédev nombra a un magnate del sector energético para lanzar el Centro de Altas Tecnologías, una copia de Silicon Valley.
Como podemos observas rusia apuesta por el futuro, por crear cantera, y se lanza a la réplica de Silicon Walley, para formar parte del crecimiento de las nuevas tecnologías y para participar en los años venideros de la world wide web.
Como podemos observas rusia apuesta por el futuro, por crear cantera, y se lanza a la réplica de Silicon Walley, para formar parte del crecimiento de las nuevas tecnologías y para participar en los años venideros de la world wide web.
Rusia ya tiene su equivalente nacional de Bill Gates. El presidente Dmitri Medvédev, un fervoroso abanderado de la "modernización" tecnológica y de Internet, nombró ayer a Víctor Vekselberg, magnate del aluminio y el petróleo y uno de los hombres más ricos del país, como coordinador del proyecto para crear un centro de innovación y alta tecnología.
Este centro, concebido como el equivalente ruso del Silicon Valley estadounidense, es el plan estrella del Kremlin y se ubicará en 380 hectáreas de Skólkovo, al oeste de Moscú.
En la ciudad siberiana de Janti-Mansiisk, Medvédev dirigió ayer una sesión de la comisión de modernización y desarrollo tecnológico, entidad creada por él en 2009. Desde junio, la comisión se reúne en lugares simbólicos, desde los laboratorios Kasperski (famosos por su antivirus) hasta el Centro Cósmico, pasando por el instituto Kurchatov (el primer usuario de Internet de Rusia).
El turno ayer le tocó a la capital de la región productora de más del 50% del crudo ruso. Allí, Medvédev explicó que el centro de innovación que planea quiere atraer a socios y especialistas extranjeros y gozará de un régimen jurídico especial. Como mínimo se dedicará a las cinco prioridades de modernización enumeradas por el presidente en noviembre (biomedicina, energía y ahorro energético, información, sistemas cósmicos y de telecomunicaciones). Medvédev dijo haber consultado con líderes extranjeros que habían ofrecido ayuda.
Vekselberg, de 53 años, oriundo de Ucrania occidental, fundó en 1990 la compañía Renova, que se presenta como "el primer grupo de negocios privado de Rusia" y que agrupa fondos de inversión y compañías de gestión, con intereses en el petróleo y el gas, las telecomunicaciones, la metalurgia y la construcción. Vekselberg preside el consejo supervisor de Renova y está en el consejo de dirección de la petrolera TNK-BP. Además, está a la cabeza del grupo SUAL (21 empresas del aluminio). En 2010, la revista Forbes calculó su fortuna en 6.400 millones de dólares.
Vekselberg coordinará el lanzamiento del centro y propondrá candidatos al puesto de director, que debe ser una persona con "autoridad y experiencia en comercializar innovaciones". El proyecto no sólo consiste en construir una nueva ciudad con instalaciones orientadas hacia los negocios y viviendas, sino también en desarrollar un "nivel potencial intelectual crítico", en el que estén integrados representantes de la ciencia mundial, explicó.
El Silicon Valley a la rusa ha despertado gran controversia desde que el proyecto fue revelado por el vicejefe de la administración del Kremlin, Vladislav Surkov, en febrero. Antes, en enero, Surkov y varios altos funcionarios del Gobierno y de la Administración del Kremlin, así como el presidente de Rosnano, Anatoli Chubais, participaron en un seminario sobre innovaciones organizado especialmente para ellos en el Instituto de Tecnología de Massachussets (EE UU). Aquella experiencia parece haber dado el empujón definitivo al proyecto ruso, que Surkov definió como un nuevo "asentamiento de los alemanes", refiriéndose a la zona de Moscú donde se ubicaron en el siglo XVII los profesionales alemanes, que después influirían en el espíritu modernizador de Pedro I.
La historia se repite y el Kremlin parece creer que el deseo y el dinero son suficientes para lograr el salto cualitativo que tanto necesita la economía rusa. Surkov, que compara la economía rusa con un tren viejo sin locomotora, ha manifestado su deseo de que en el centro residan varios premios Nobel. Sus detractores alegan que la modernización en el siglo XXI presupone libertad, democracia y relaciones horizontales y no una zona privilegiada y aislada del resto de la sociedad.
A propósito de la libertad, el comentarista Maxim Sokolov denunció ayer la censura de un artículo crítico dedicado a Skólkovo en el periódico Izvestia. En él, Sokolov criticaba la centralización del proyecto, su ubicación en una zona congestionada por el tráfico y sin posibilidad de ampliarse. Recordaba que el dirigente soviético Nikita Jruschev partía de ideas descentralizadoras al crear su red de Akademgorodki, ciudades académicas existentes aún en Rusia.
A la "modernización mediante la supercentralización geográfica", oponía la función de "limar contrastes y distribuir funciones" en un país que tiene 10.000 kilómetros de este a oeste y 4.000 de norte a sur.
Este centro, concebido como el equivalente ruso del Silicon Valley estadounidense, es el plan estrella del Kremlin y se ubicará en 380 hectáreas de Skólkovo, al oeste de Moscú.
En la ciudad siberiana de Janti-Mansiisk, Medvédev dirigió ayer una sesión de la comisión de modernización y desarrollo tecnológico, entidad creada por él en 2009. Desde junio, la comisión se reúne en lugares simbólicos, desde los laboratorios Kasperski (famosos por su antivirus) hasta el Centro Cósmico, pasando por el instituto Kurchatov (el primer usuario de Internet de Rusia).
El turno ayer le tocó a la capital de la región productora de más del 50% del crudo ruso. Allí, Medvédev explicó que el centro de innovación que planea quiere atraer a socios y especialistas extranjeros y gozará de un régimen jurídico especial. Como mínimo se dedicará a las cinco prioridades de modernización enumeradas por el presidente en noviembre (biomedicina, energía y ahorro energético, información, sistemas cósmicos y de telecomunicaciones). Medvédev dijo haber consultado con líderes extranjeros que habían ofrecido ayuda.
Vekselberg, de 53 años, oriundo de Ucrania occidental, fundó en 1990 la compañía Renova, que se presenta como "el primer grupo de negocios privado de Rusia" y que agrupa fondos de inversión y compañías de gestión, con intereses en el petróleo y el gas, las telecomunicaciones, la metalurgia y la construcción. Vekselberg preside el consejo supervisor de Renova y está en el consejo de dirección de la petrolera TNK-BP. Además, está a la cabeza del grupo SUAL (21 empresas del aluminio). En 2010, la revista Forbes calculó su fortuna en 6.400 millones de dólares.
Vekselberg coordinará el lanzamiento del centro y propondrá candidatos al puesto de director, que debe ser una persona con "autoridad y experiencia en comercializar innovaciones". El proyecto no sólo consiste en construir una nueva ciudad con instalaciones orientadas hacia los negocios y viviendas, sino también en desarrollar un "nivel potencial intelectual crítico", en el que estén integrados representantes de la ciencia mundial, explicó.
El Silicon Valley a la rusa ha despertado gran controversia desde que el proyecto fue revelado por el vicejefe de la administración del Kremlin, Vladislav Surkov, en febrero. Antes, en enero, Surkov y varios altos funcionarios del Gobierno y de la Administración del Kremlin, así como el presidente de Rosnano, Anatoli Chubais, participaron en un seminario sobre innovaciones organizado especialmente para ellos en el Instituto de Tecnología de Massachussets (EE UU). Aquella experiencia parece haber dado el empujón definitivo al proyecto ruso, que Surkov definió como un nuevo "asentamiento de los alemanes", refiriéndose a la zona de Moscú donde se ubicaron en el siglo XVII los profesionales alemanes, que después influirían en el espíritu modernizador de Pedro I.
La historia se repite y el Kremlin parece creer que el deseo y el dinero son suficientes para lograr el salto cualitativo que tanto necesita la economía rusa. Surkov, que compara la economía rusa con un tren viejo sin locomotora, ha manifestado su deseo de que en el centro residan varios premios Nobel. Sus detractores alegan que la modernización en el siglo XXI presupone libertad, democracia y relaciones horizontales y no una zona privilegiada y aislada del resto de la sociedad.
A propósito de la libertad, el comentarista Maxim Sokolov denunció ayer la censura de un artículo crítico dedicado a Skólkovo en el periódico Izvestia. En él, Sokolov criticaba la centralización del proyecto, su ubicación en una zona congestionada por el tráfico y sin posibilidad de ampliarse. Recordaba que el dirigente soviético Nikita Jruschev partía de ideas descentralizadoras al crear su red de Akademgorodki, ciudades académicas existentes aún en Rusia.
A la "modernización mediante la supercentralización geográfica", oponía la función de "limar contrastes y distribuir funciones" en un país que tiene 10.000 kilómetros de este a oeste y 4.000 de norte a sur.
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